(¿tiene forma la catástrofe?)
En 1975 moría el general Francisco Franco. Ese mismo año, el grupo de moda, Supertramp, publicaba su álbum Crisis?, What Crisis?, cuya portada mostraba un relajado bañista en medio de un paisaje industrial apocalíptico. A partir del 2015, los artistas nacidos después de la dictadura comenzarán a cumplir 40 años, los mismos que el dictador ocupó el poder. Habrán dejado de ser artistas emergentes sin dejar de ser artistas en emergencia.
A partir de estas efemérides planteamos un ciclo de exposiciones que tendrán lugar entre 2016 y 2019 y tratarán de analizar la líneas de fuerza del trabajo de los artistas canarios nacidos a partir de 1975, es decir, los que iniciaron su carrera o alcanzaron su madurez en el archipiélago de la crisis, rodeados de bañistas y signos del Apocalipsis. Si bien nos ofrece pocas dudas el hecho de que se puede hablar de un arte canario de los 80 y 90 ¿se pueden encontrar aún coincidencias temáticas o formales entre las más que evidentes afinidades personales de los artistas de los 2000?, ¿tiene forma la crisis?
Quizá lo que aglutine a esta generación sea, además de una coyuntura, un tono. Un tono un tanto ambiguo, pero no por falta de definición, sino porque esta definición ya no puede buscarse en los extremos de planteamientos dicotómicos sino en ese espacio de negociación entre ironía y afectividad, esperanza y descreimiento, realismo y poesía que, seguramente, siga siendo el lugar de la lucidez.
Los enormes recortes presupuestarios han marcado un inevitable punto de inflexión en las políticas culturales en materia de artes visuales, aunque solo sea por cuanto implícitamente reconocen prescindibles las líneas de gasto precedentes: lo que se venía haciendo resulta insostenible. Los múltiples y variados ensayos en materia de política cultural acaecidos desde 1982 hasta 2008 (becas para desplazar artistas a las metrópolis, grandes exposiciones sincrónicas itineradas por el mundo a golpe de talonario, grandes exposiciones diacrónicas tratando de vertebrar la identidad cultural canaria, inflación de publicaciones, exposiciones mixtas con nativos y foráneos, creación de infraestructuras pasadas de escala, fomento de las industrias culturales, creación de grandes eventos bienales, programas plurianuales de subvenciones millonarias de concesión graciable…) tienen dos puntos en común: el fracaso en sus objetivos. Un fracaso posiblemente ligado a la insistencia en identificar estos objetivos con una ayuda para que el “incontestable talento insular” supere sus barreras geográficas y acceda al reconocimiento por el mercado. Hoy la situación nos obliga a preguntarnos por una posibilidad inédita que quizá debíamos habernos planteado antes: ¿y si el mercado no fuera nunca a sostener la producción cultural canaria y resultara mucho más caro tratar de promocionarla que, sencillamente, fomentarla y mantenerla, sin necesidad de intermediarios, solo con el fin de conservar la biodiversidad intelectual y una masa crítica a la escala de una población de dos millones de habitantes, obligada a un alto grado de autoabastecimiento cultural, que aspira a permanecer integrada en una sociedad del bienestar?
Metodológicamente, el proyecto se plantea como una serie de diálogos con jóvenes curadores que son, además, artistas, con el fin de que definan y enriquezcan desde dentro las líneas de fuerza de sus inquietudes generacionales y planteen la posibilidad de desarrollarlas al margen de estrategias promocionales. Serán exposiciones relativamente sincrónicas pero que desarrollarán líneas temáticas desde una orientación museológica: ¿podría la crisis orientar la política institucional desde el plano de la promoción global hacia el de la investigación local? De ahí que las exposiciones integren foros de discusión en torno a proposiciones concretas y un sistema de documentación y catalogación digital de estos debates.
Nuestra idea es mantener este ciclo vinculado con la universidad a través del desarrollo de propuestas docentes y de investigación (integrando los temas abordados en la dinámica académica) que partan de otra pregunta básica: ¿podría (una parte de) TEA convertirse en un museo universitario o, más genéricamente, en un museo de investigación?
El proyecto plantea una serie de temas y una lista provisional de interlocutores con los que abordarlos, aunque está abierto a progresivas incorporaciones de creadores (más) jóvenes y nuevas líneas de trabajo. No obstante, tiene la clara voluntad de articular y dar cuerpo teórico a lo ya acaecido antes de abordar nuevas inquietudes.